- ¿Quién soy?
“Nadie existe solo, nadie vive solo. Todos somos lo que somos porque otros fueron los que fueron”
Julio Meden
Hace poco me puse a componer el árbol genealógico de mi hija. Diseñándolo encontré la frase que reza al comienzo de la presentación.
No es fácil decir quien es uno sin decir de dónde viene. La historia de toda persona es como un montón de ingredientes que conforman una receta.
Yo, como todos, soy lo que soy en base a mi recorrido de vida.
Soy la tercera hija de una familia de clase media de cinco hermanos. Adoro a todos y cada uno de ellos.
Mi madre dice de mí que siempre fui muy fuerte, yo añadiría mi rebeldía e independencia.
“Una familia es a veces como un gran tesoro inexplorado”.
Poco a poco, en compañía de la vida, he ido redescubriendo tanto lo que mi familia me había ido enseñado como lo que ya había inyectado y proyectado en ella yo misma.
Todos tenemos roles o papeles diferentes según donde estemos y con la familia es posible notar si cabe aún más esto.
Creo que reconocerles a ellos me hizo también reconocerme más a mí misma, respetarme más, con mi herencia, mis creencias, mi sangre o mi genética.
Existen otras clases de lazos que también me han ido acompañando y enseñando.
Me he ido encontrando con miles de maestros. Algunos pasaron muy sutilmente. Otros profundizaron en mí, su semilla está unida a mi vida y forma también parte de mi árbol genealógico. Son esa otra familia que te proporciona el mundo.
De todas mis experiencias he ido aprendiendo con los años, tanto a partir de la parte más bella y hermosa como de la más necia y tosca.
De adolescente, tenía una gran ambición de conocimiento y de mundo.
Viajé y viví sola, saliendo al paso de situaciones a veces bastante duras. Yo no me sabía fuerte, pero lo cierto es que la fortaleza fue forjando mi camino.
Todos somos más de lo que a veces pensamos.
Con 19 años me fui a Francia, a un Santuario. Fui de voluntaria a perfeccionar el idioma, después me quedé a trabajar y a vivir allí.
Un gran entorno multicultural unido el estar fuera de casa me hicieron abrir mucho los ojos.
De allí y con la base de mi educación, recogí entre otras cosas la esencialidad de una religión.
Con el tiempo, esa base me mostró la diferencia entre religión y espiritualidad.
Tras unos años, casi dejándome llevar pasé a vivir la experiencia de empresaria.
No es lo mismo llegar a algo por inercia y joven que en la madurez y por vocación. Lo segundo siempre da más.
Después de aquello, empecé a trabajar de educadora y de monitora de adultos con profundas discapacidades tanto físicas como psíquicas.
Estuve muchos años. Fue una intensa experiencia.
Todos somos discapacitados en algo.
Algunas discapacidades están reconocidas y aceptadas, otras no tanto. Algunas son más aceptadas o hasta admiradas, otras apenas se toleran y son hasta temidas.
Hace unos años, casi pierdo la visión. Fue otro capítulo.
Esto, unido al hecho de ser madre, una separación y un montón de sucesos más que se amotinaron de repente en mi camino, me hicieron romperme en mil pedazos.
Se hacen canciones y se escriben poemas sobre la fuerza del corazón pero cuando lo trasladamos parece que no queda igual de bonito. A mi esa fuerza me sirvió de nuevo para salir adelante.
Una crisis, si es impactante, es como un chasquido. De repente toda tu vida se destroza, y aunque el trasfondo es bello porque puedes volver a crear un nuevo puzle con nuevas piezas, duele tanto o más que casi cualquier enfermedad física.
Siempre hay opciones, aunque a veces necesites que alguien te las muestre.
Se puede elegir el rol de víctima y ser pasivo o elegir la acción y ser proactivo. Yo opté, no sin duelo, rabia o miedo, sino desde todo ello, por la segunda.
Focalizando y entendiendo, aprendí un poco más de quien era. Eso me llevó a encontrar un lugar y una utilidad en este maravilloso Universo.
Tras muchas mudanzas, vivencias y cambios, por fin y gracias a mi hija y a todo lo que vino con ella empecé querer echar raíces en un sitio, a querer tener un hogar: Mallorca es un sitio maravilloso.
Siempre he ido formándome tanto por trabajo como por curiosidad en el sector educativo y en el de la Salud. Cursos y lectura son para mi como hobbies. Además, saqué el técnico socio sanitario, naturopatia, flirteé con dos carreras, filosofía y psicología y me especialicé en Medicina Tradicional de Occidente y en Nutrición y Dietética Aplicada.
De la filosofía, heredé la búsqueda. Aprendí a buscar a través del diálogo y las preguntas aquello que quería conocer y saber.
De la experiencia a través de la psicología, heredé la comprensión más cercana y humana. Aprendí a ver que no todo es lo que parece. Aprendí que detrás de cualquier ser humano hay muchas máscaras, a veces inconscientes, y que el juzgar no debería confundirse nunca con el opinar.
Primum non nocere (Lo primero no hacer daño). Hipócrates.
Pero de donde más he mamado, es de la medicina natural, y sobre todo, de la savia de mi árbol desde hace 19 años: la Medicina Tradicional.
De ella sigo aprendiendo cada día. Hoy por hoy le puedo dar un sentido y filosofía a mi manera de trabajar.
Para finalizar, y como se suele decir, “no menos importante”, gracias a mi otra especialidad, la Dietética y la Nutrición Aplicada, puedo completar el árbol familiar y experiencial de mi vida, con todas sus ramas y hojas.
Esto es una buena parte de quién soy yo. Sé que siempre seguiré buscando y aprendiendo. Libros, corazón, valores, vivencias, me han convertido en mejor persona. Esto, junto a la experiencia del trato que me aporta cada paciente es lo que honestamente puedo ofrecer.