Y veo. Un trabajo sobre la empatía.
Hola, quiero hacerte partícipe de un trabajo muy personal que he ido haciendo en los últimos meses.
Hablo de un trabajo de concienciación, de lo que tengo y no tengo, de lo que necesito o no y de aquello que puedo o no cambiar.
Cuando comencé a escribirlo sentí que había algo por dentro que me dolía, sin embargo, estoy convencida de que el dolor es como una enfermedad, cuando aparece es el indicio y la señal de que algo no va bien y de que algo debe salir a la luz para cambiar.
Puedes optar por no leer este post, optar por no mirar la herida, poner una tirita y seguir haciendo lo de siempre con tu vida. O puedes optar por mirarla de golpe y cambiar todo aquello que la ocasionó. Aquello que hagas o que puedas hacer siempre estará bien.
Tenemos la tendencia a la comodidad, a estancarnos y a olvidarnos de las cosas que en un momento dado se nos dio, regaló u ofreció y pasamos la vida sin agradecer o recordar lo que tuvimos, lo que tenemos y conseguimos.
Desde el fondo de mi, sé que yo estoy en mejor situación que mucha de la gente que leerá este post y en peor situación que otros que lo harán. Pero también siento que al final el valor de la economía y de lo que creemos que necesitamos es lo que nos hace más esclavos y menos felices en la vida.
Y VEO
Al que sufre porque alguien cercano está hospitalizado, al enfermero cansado y al enfermo aislado.
Al que se ha quedado sin techo donde vivir y al que se ha quedado sin trabajo.
Al que de repente, ha de hacer la cola con sus hijos en el banco de alimentos y al que siempre la hizo porque nunca tuvo cama, nevera o asiento.
Al que apuesta por la espiritualidad y grita por la tolerancia y se queja por cualquier otra opción de vida o porque otro que no es él quiera llevar una mascarilla.
Al que le cortaron el agua, la luz y el teléfono y al que cada día se levanta con temor a recibir “esa” o cualquier otra llamada.
Al anciano, que se asfixia de calor que, le duele hasta el mismo caminar, y que por temor ya no teme nada salvo la incomodidad y la dificultad, que ahora tiene al usar la mascarilla para salir a comprar o a caminar.
A la madre trabajadora, la madre sola que no sabe qué hará si de repente no hay colegio o extraescolares y a la que no quiere que su hijo vaya al colegio por temor a que alguien le contagie.
Al médico que no quiere ver más muerte, y al periodista que de la muerte hace grandes titulares para que lleguen.
Al que se cree más listo que nadie porque se ha leído cientos de pdfs. o de estudios y defiende que él sabe lo que otros no saben y toma a los demás por necios o ignorantes.
Al hotelero, al agricultor, al de la multinacional, al del pequeño comercio, al cajero del supermercado que se siente mal pagado y a todos los que ha cogido el ERTE.
A los funcionarios, que puedan seguir trabajando desde sus casas al cuidado de sus hijos y a los autónomos que si van al trabajo y no hay escuela, nadie podrá cuidar de sus niños.
Al que está obligado a trabajar y a sentir miedo por hacerlo, y al que lo que más miedo le da es no poder trabajar.
Al creyente que reza y que ahora quiere ir a la iglesia y al incrédulo, que por creer ya no cree en la vida, y detesta al que la reza.
Al que debe dar la noticia y al que la mira y le critica.
Al que barre, y al que tira las pipas los papeles o su colilla.
Al que ama, y al que llora porque su amada ya no tiene vida.
Al que teme perder sus millones y al que teme perder su comida.
A quien no sabe qué ropa ponerse y al que cuando tiene algo de segunda, de tercera o de cuarta mano, siempre lo agradece.
Y OBSERVO
Al que no tiene agua y al que el alcohol es su bebida.
Al que llora, al que teme, al que ríe o al que grita por una herida.
Al cabizbajo, al orgulloso, al feliz, al déspota, al rico empresario y al que acaba de perder su empresa.
Al que llega a los 90, y al que fallece en África a los 30 tras ver a toda su familia fallecida.
Al niño que se harta de chuches y le duele la espalda de estar pegado a la consola y al que arquea ésta para hundir su palo en la tierra no para jugar sino para ver qué alimento encuentra.
Al que no puede pasar un día sin comprar, al adicto al juego y al que se da una ducha sin apenas agua, no por no gastarla, sino porque a final de mes debe pagarla.
Al que en pleno invierno está en manga corta en casa y al que muere en la calle por no tener una manta.
Al que no sabe ya que más puede comer y al que ya ve la muerte porque lleva días sin comida.
Y LLORO PORQUE
Algo sucede, entre ricos, entre pobres, entre oriente y occidente.
Y ENTONCES BUSCO ENTENDER EL PORQUÉ Y EL QUÉ PODRÍAMOS HACER PARA AUMENTAR NUESTRO BIENESTAR Y EL DE LA OTRA GENTE.
Y me lo apunto, y me digo hazlo y para este año nuevo no solo lo pido, sino que a mi misma me lo exijo.